viernes, 6 de noviembre de 2009

Viva la revolucion cabrones!


En mi fase revolucionaria me toco escribir lo siguiente para una ceremmmmonia del 20 de noviembre, Fecha en ke los Mexicanos conmemoramos el aniversario de la Revolucion. a ver ke les parece!

La revolución:


 Mi querida y vieja revolución,  no puedo pensar en ti sin dejar de ver pasar por mis recuerdos, aquí arriba muy dentro en el centro de mi mente, imágenes de aquellos señores de los que me tuve que aprender  el nombre de memoria cuando iba  a la escuela primaria. Los mismos nombres que ahora andan por ahí impresos en nuestros billetes, en nuestros libros de texto, o hasta en nuestras monedas, y hasta en algunos murales en hoteles de lujo.


Sin embargo, cuando escucho a alguien decir “revolución” en la radio o la televisión, de inmediato pasa por mi personal  película imaginaria un jinete raudo y veloz en un hermoso y fuerte caballo, un hombre de tez morena y tosca, con las manos llenas de tierra y el traje cubierto de polvo  que cabalga entero y sin miedo dejando tras de sí  una estela de  sangre, sudor, y lagrimas.  Pero también y sobre todo de esperanza por entre la gente que enardecida y armada listos para rendir a fuego y plomo su propia vida voz en cuello gritaban el nombre de el general Emiliano Zapata, y se escuchan vivas y consignas revolucionarias y la algarabía se mezcla con disparos al aire y más gritos y más vivas! Y la gente adelante y arriba, atrás y en el mismo frente de batalla, esa misma gente  que empujada por el hambre de justicia y bienestar para todos por igual sirve de plataforma para aquellos hombres de conciencia común que armados de integridad y pólvora  emprendían la mas encarnizada lucha contra la injusta e inequitativa forma en la que la riqueza estaba repartida  y la autoridad  impartida;  Y la imagen se repite, tanto en el sur como en el norte y allá cerca del dorado vecino también se debaten a dentelladas las ideas de  revolución y entre carrilleras y fusiles se descifran las estrategias militares que habrán de llevar al pueblo al poder y ni siquiera las recompensas en dólares  son capaces de detener la imponente imagen que recorre a caballo la montaña y el valle, nada detiene el paso potente  del centauro del norte  allá, arriba… en el norte… la raza grita voz en pecho el afamado nombre de Francisco Villa.


 Y así continua la interminable procesión de recuerdos en mi mente y se agolpan las imágenes y se sobreponen creando insólitas figuras  que me llevan a lugares y momentos que los libros y mis maestros me han hecho vivir. Y en esa tormenta,  aunado a sus rostros, se ciernen sobre ellos como nubes que portan novedades gotas que se convertirán en torrentes de revolución, y libres en su caída golpean una a una mi rostro y en su golpe producen sonidos que se convierten en nombres… Francisco  I. Madero, los exiliados  Flores  Magon, Ambrosio y Rómulo Figueroa, Manuel Asunsulo, Salvador Escalante, Ramón Romero, Gabriel Hernández, Pascual Orozco, González Casavantes y cientos otros mas y  otra vez la gente y otra vez mas los gritos, los disparos, el galopar de los caballos y el rugir de cañones que mezclados con la gritería y la polvareda  sacuden la tierra a mi derredor.


Todos estábamos ahí, aquellos que combatían desde atrás y desde los flancos, la gente que subía y bajaba y que dejaba familias atrás y sacaba por delante la casta para defender la causa, hombres y mujeres, madres y esposas padres e hijos, niños y viejos y todos hacíamos sonar al unísono el clarín a toque de guerra y envueltos en una ardorosa pasión nos lanzamos a la lucha revolucionaria que finalmente produjo lo que ahora somos, en lugar en el que vivimos, nuestra libertad de elegir a quien nos dirija y nos administre libremente.


Y de pronto, me detengo y me descubro postrado en el piso, casi arrodillado y en mi corazón  se forma un torbellino de rostros sin nombres grandes, sin sepulcros públicos con rimbombantes títulos, ni apellidos cubiertos de gloria, y me hacen darme cuenta de que la revolución es un acto rebelde, un acto de conciencia común en el que los que estaban oprimidos se liberan de su yugo y deciden que las cosas deben cambiar.


Y La revolución se convierte en una constante en el mundo y entonces le vienen rostros de otras latitudes y de otras nacionalidades y otras lenguas.  


Y la revolución no solo se llama México, la revolución no esta atrapada en una isla del Caribe o en una mina africana, la revolución no descansa en un país de Europa y menos aun en uno de Sudamérica, la revolución es un acto sublime del ser humano de conciencia común.


Y me doy cuenta ahora que despierto, que cuando escucho a alguien decir revolución, me arde el pecho de saber que la sangre con la que se pago mi libertad,  es la misma sangre que conmigo ahora mismo marcha  y esta  a mi lado sentada en los pupitres de la escuela, en la fábrica, en el campo, en la calle, en el camión, aquí mismo de pie y a mi lado, a la izquierda y a la derecha, pero también delante y detrás mío  y en su andar reclama a la justicia le deje ver por fin el resplandor de la revolución.


La revolución, no es colgar  en el muro de la oficina un poster a color de Zapata.   


La revolución no es un mural  de Pancho Villa  en un restaurante en el extranjero.


La revolución no es Ponerle nombre de caudillos a unidades habitacionales de interés social.


La revolución no es un “broche” dorado en la solapa de un traje de marca cara.


La revolución es aquella cosa que se forma en el vientre, cuando en el desfile  del día 20 de noviembre miras a tu hija en las tablas gimnasticas a pleno rayo del sol y luciendo su impecable uniforme de educación física.


Le revolución es esa emoción que sientes cuando ves   a tu hijo hacer las peripecias de la pirámide humana en una de las paradas del desfile, exactamente frente a la mismísima presidencia municipal, mientras no se inmuta al ver que su chazarilla del uniforme de la secundaria se le desgarra al servir de asidera para el compañero de al lado.


La revolución es la masa eterna que se convierte en tortilla para el taco mañanero antes de ir a sobarse el lomo en el día a día para que la prole tenga que comer.


La revolución tiene rostros con arrugas que aun a estas alturas se levantan muy temprano en la mañana para echar a andar el molino, a batir la mezcla, a amasar la harina y el agua, a aserrar la madera, a pulir el metal, a transformar la materia, a cargar costales y cajas a enseñar en la escuela…La revolución es la mueca en que se transforma el sorbo de café caliente a las 4 de la mañana.


La revolución vive y respira día a día al ritmo del sol a sol, y se mueve de aquí para allá, con la esperanza pintada en el rostro, usando sus días libres para soñar,


La revolución tiene sus soldados en la colonia, en el cerro, en la ciudad y en el rancho , en el pesero, y en los caballos, en la ruta, y a pie descalzo, en los camiones, tras la pala, bajo el casco, llenos de polvo, aserrín o grasa.


La revolución tiene también sus exiliados y sueña también que la patria revolucionaria algún día permitirá estrechar entre sus brazos a los hijos que están lejos


La revolución sabe a todo! La revolución sabe a México, sabe a pueblo, la revolución se levanta temprano en las mañanas y comparte destino con cientos, miles de almas que construimos poco a poco, grano a grano nuestra revolución.


La revolución si somos todos.


La revolución si eres tu!





 Viva la revolución Cabrones!
El khaos (el TOTO )